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La justicia de la libélula

Registro de la propiedad intelectual: B-3008-18 del 20/12/2018

Género: Thriller, novela negra.

Sinopsis provisional:
El suicidio en extrañas circunstancias de una distinguida abogada, célebre entre las clases altas de la ciudad de Barcelona, llevará a dos de sus amigas de la infancia, una de ellas patóloga forense y la otra inspectora de la policía, a investigar los cabos sueltos que rodean su muerte. Durante sus pesquisas descubrirán una trama de corrupción que jamás hubieran imaginado. La libélula será el hilo conductor del argumento. El destino, esta vez, unirá el oscuro fantasma del pasado con los hechos del presente, descubriendo que algunos crímenes no pueden quedar impunes y los criminales, tarde o temprano, deben pagar sus deudas.

Los casos de Victor Vallant
Tras la máscara de la Orden

Género: Thriller, aventuras.
(En preparación). Continuación de la novela El Misterio de PI

Sinopsis provisional:

Un fantasma persistente.
Un castillo en la campiña escocesa.
Un invento que revolucionará  el futuro [de la tecnología de las comunicaciones].
Un investigador de misterios.

Cuatro ingredientes perfectos para un thriller que te dejará sin aliento…

Preludio:

Mi nombre es Victor Vallant i Valls. Desde hace años me dedico al periodismo de investigación y escribo artículos para la revista Mystery. En mi último caso descubrí que la sociedad en la que vivimos tiene dos caras. La gran mayoría de las personas solo conoce la cara “pública”. Aquella que el titiritero les muestra con sus juegos de luces y sombras. Solo una minoría es capaz de ver y comprender la cara oculta. Una agenda de poder que controla nuestras vidas con absoluta impunidad. Mi ocupación actual es desvelar esa agenda allí donde la encuentre y desenmascarar a los individuos que la ejecutan.

Alguien que conocí me dijo una vez: “Las cosas no son lo que parecen…” y la realidad que se nos presenta ante nuestros ojos muchas veces no es lo que dice ser. La gran mayoría de los medios de comunicación trabajan como una orquesta bien afinada y son dirigidos por un director de escena que mantiene una narrativa ilusoria y sesgada de lo que ocurre en el mundo. Pero la narrativa no solo se escribe en papel, se debe de llevar incluso al escenario real de la calle. No todo lo que ven nuestros ojos tiene porque ser real. El titiritero ha aprendido a falsear las imágenes y las puede llegar a presentar como reales cuando son tan solo un montaje de estudio bien elaborado. Ante ciertos hechos he aprendido a preguntarme ¿Qué falta en esta escena? ¿Qué está de más en esta escena? Esas preguntas son como el método socrático y siempre me llevan a descubrir la trampa que conlleva la narrativa que se presenta ante mis ojos.

Al parecer existe una organización denominada por algunos “La Orden” que sostiene a los titiriteros e incluso en algunos casos y sin que ellos lo sepan, les proporciona los hilos para hacer su trabajo. La gente que dirige esa organización se ha infiltrado durante años en todos los estamentos sociales, productivos y financieros para controlarlos y dirigir los destinos de la humanidad hacía un objetivo poco claro todavía. Utiliza las dos herramientas más efectivas para mantener ese poder oculto: el secretismo y el dinero. Bajo mi punto de vista poco se puede hacer para detener su agenda ya que sus mecanismos de control son demasiado efectivos. La política es su método para desviar el poder soberano de una sociedad, pueblo o nación hacia grupos o “partidos” que se re-parten el poder para mantener la agenda de la organización principal. La garantía de su funcionamiento estriba en que nadie conoce los objetivos reales puesto que se ocultan para todos, menos para los que ostentan la punta de la pirámide social.

Pese a ese futuro incierto que se cierne sobre nosotros, no todo está perdido ya que existen otras organizaciones que intentan cambiar las reglas de juego y acabar con el poder de “La Orden”. Pero no debemos confiar nuestro futuro a otros para que nos saquen las castañas del fuego. Hemos de ser partícipes de una manera más efectiva en la sociedad en la que vivimos si queremos que progrese para todos y no para unos pocos elegidos. El cambio —de momento— no se puede llevar a cabo para toda la sociedad en su conjunto, porque es necesario poseer un conocimiento de alto nivel que nos haga cuestionarnos los paradigmas actuales. Pero sí que es posible para un individuo a la vez…